La Semana Santa de Sevilla, una de las manifestaciones religiosas y culturales más importantes de España, tiene su origen en un hecho histórico ligado a Don Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa. Su devoción y experiencia en Tierra Santa fueron clave para la instauración de una tradición que ha perdurado a lo largo de los siglos.
¿Quién fue Don Fadrique Enríquez de Ribera?
Don Fadrique Enríquez de Ribera (1476-1539) fue una figura destacada en la Sevilla del siglo XVI. Noble y humanista, fue el primer marqués de Tarifa y adelantado mayor de Andalucía. Sin embargo, su influencia trascendió la política y dejó una huella imborrable en la religiosidad de la ciudad.
En 1521, emprendió un viaje a Jerusalén como parte de una peregrinación que lo llevó por diferentes territorios cristianos y musulmanes. Durante su estancia en Tierra Santa, quedó profundamente impresionado por el Vía Crucis de doce estaciones, una práctica devocional que representaba el camino de Cristo hacia la crucifixión.
El nacimiento del Vía Crucis en Sevilla
A su regreso a Sevilla, Don Fadrique decidió replicar la experiencia del Vía Crucis en la ciudad. Estableció un recorrido que comenzaba en su residencia, la Casa de Pilatos, y terminaba en el templete de la Cruz del Campo, a las afueras de la ciudad. Esta ruta, con una distancia simbólica equivalente a la que Jesús recorrió desde el pretorio de Poncio Pilatos hasta el Monte Calvario, se convirtió en una práctica piadosa que fue ganando adeptos con el tiempo.
El primer Vía Crucis organizado por Don Fadrique tuvo lugar en el primer viernes de marzo de 1521 y sentó las bases para lo que, con el paso de los siglos, evoluciona a la Semana Santa de Sevilla tal como la conocemos hoy.
El fervor con el que los sevillanos acogieron esta iniciativa llevó a que se consolidara con el tiempo. Aunque inicialmente se trataba de una práctica devocional privada, su influencia en la religiosidad popular fue determinante para el desarrollo de los cortejos procesionales y la estructuración de las hermandades penitenciales.
La evolución hacia la Semana Santa actual
La iniciativa de Don Fadrique fue el germen de lo que con los siglos evolucionó hasta convertirse en la actual Semana Santa de Sevilla. Con el tiempo, las cofradías adoptaron el modelo procesional con estaciones del Vía Crucis, incorporando imágenes sagradas y pasos que representaban escenas de la Pasión de Cristo.
El recorrido original del Vía Crucis a la Cruz del Campo dejó su huella en la ciudad. Aún hoy, la Casa de Pilatos conserva una placa conmemorativa en honor a este hecho, y el templete de la Cruz del Campo, ubicado en la actual Ronda de Capuchinos, sigue siendo un símbolo del origen de la Semana Santa sevillana.
El legado de Don Fadrique en la tradición cofrade
Más de cinco siglos después, la influencia de Don Fadrique Enríquez de Ribera sigue viva en la Semana Santa de Sevilla. Su iniciativa no solo inspiró el desarrollo de las procesiones tal como las conocemos, sino que consolidó el papel de la ciudad como epicentro de la devoción y la tradición cofrade.
Cada año, miles de nazarenos recorren las calles de Sevilla, vistiendo las túnicas y antifaces que identifican a cada hermandad, en una tradición que hunde sus raíces en aquel primer Vía Crucis promovido por Don Fadrique en 1521.
La figura de Don Fadrique es clave para entender los orígenes de la Semana Santa de Sevilla. Su devoción y su experiencia en Tierra Santa le llevaron a traer a la ciudad una práctica que, con el tiempo, se transformó en una de las celebraciones religiosas más importantes del mundo. Hoy, su legado sigue vivo en cada procesión, en cada nazareno que camina por Sevilla y en cada devoto que mantiene viva esta tradición centenaria.